lunes, 9 de enero de 2012

Identidad


En un país como este, desgarrado por la historia reciente, son las preguntas más obvias las que nos resuenan de formas más extrañas. Si no sos hijo o familiar de desaparecidos seguro tuviste conocidos, amigos de tus viejos, gente cercana, cercanísima, que por coherencia y plan orgánico importado, solamente dejó de estar ahí. En palabras del cretino de turno "no estan vivos, no están muertos, solamente no están". Suponiendo que el descaro del oximoron podía cubrir el horror sin límite del crimen organizado en manos del estado.

Y entonces, cuando ya somos (un poco más) adultos, nos surgen los ruidos. ¿Somos hijos de nuestros padres? ¿Somos quienes creemos? Aún suponiendo que tengamos fotos de nuestro nacimiento, la pulserita con nombre de la nursery y todo, no podemos dejar de pensar.


Y algún día el estado vuelve a la carga, aún cuando su retirada tuviera algo de mera formalidad. Y ahí, en ese momento en que alguien se desangra en una estación por ayudar a un compañero, pierde la cabeza con los gases lacrimógenos o vuela desde un techo acribillado, todos nos volvemos un poco ése.


Y ése vive. Vive distinto. Ya no va a poder saludar a sus hijos, ver crecer el barrio o cebar mate en las asambleas. Y nuestro dolor y vergüenza de no tener respuestas quedan quietitas ahí.
Y entonces, yo me pregunto. Tu identidad, ¿es tuya? ¿es el numerito perforado? ¿sos vos?



Las obras son mías, lo último que pinté y se llaman, qué obviedad, Identidad I-IV. Si les place, buena parte de mi pintura más vieja vive en eugeniaandreani.blogspot.com

2 comentarios:

  1. Dejame comentar que algo que escribí el otro día (lamentablemente, me hago referencia). Estaba leyendo el libro que acaba de editar Osvaldo Bazán y durante varias partes de la lectura tanto el protagonista como yo, nos preguntábamos qué es aquello que heredé de mis padres. No ambiciono salir como ellos, es más, todo lo contrario. Lo que sí creo es que el título de hijos todos los tenemos. Y un hijo aprende siempre de aquello que toma por referencia. Ahora bien, cuando en tu mente está la idea de que no sos hijo de tus padres y además de eso, no sabés de quién podes ser hijo, esa incertidumbre, esa angustia es una de las peores herencias que dejó la dictadura. No sé si tiene que ver con lo que decís, pero me hiciste pensar...

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  2. Interesante y filosófico debate el que planteas con tu obra. Pero no por filosófico menos brutalmente real, honesto o histórico. Tan vigente y necesario hoy como hace dos o tres décadas. Y tal vez incluso más vigente aún que entonces considerando los tiempos de confusión y escasos referentes en los que vivimos.

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