miércoles, 17 de diciembre de 2014

diez días en la vida de una soltera novel - primera entrega

1-
La espontaneidad es puro verso:
no te deprimas. Todo lo que parece salir así, al descuidito, es estudiado. El pibe lindo que sabe bajar la cabeza para mirarte, la selfie perfecta. Todo. Horas de práctica

 2-
No te ates: todo parece perfecto por chat, doce líneas.
Nadie resiste un archivo y el error es que no estás pidiendo uno que dure lo que el café: mal ahí.
Cabe equivocarse, cabe probar. Está bien. Pero siempre está la puerta.

3-
La limpieza; la calma; la paz: amantes volubles, fluctuantes y esquivas.
Un paso a la vez, un día a la vez.

4-
Ariadna se las sabía lunga. Lo del hilito es la posta. Hay algo, una cosa en tu vida que no te deja olvidar quién sos, qué amás, qué te hace exactamente vos. No dejés de atártelo en el índice, no sea que en una distracción...

5-
Los amigos siempre están. Están para bancar, para que les quemes la cabeza y, fundamental, para cagarte a pedos cuando vas a hacer cualquiera. Dejate cuidar.

6)
Los altibajos son normales. No te aferres. Vas a volver, no te preocupes.

7)
Enamorarse cada quince minutos está bien pero fijate si no es una adicción al estado de amor. Esperá.
Yo sé que el mundo se llenó. Sí. Aprovechá a disfrutar del paisaje.
Aunque parezca increíble, alguien te va a volver a estallar la cabeza. Cuando menos te lo esperes, cuando la luz se cierre como el puntito en el centro de la tele de tu abuela cuando se apagaba.
Alguien te va a tener agarrada y no vas a poder recordar cuándo pareció increíble que eso ocurra.

8)
Desconfiá de lo que sabés. Tal vez todo no: pero repensá. Una buena parte de lo que aprendiste sobre vos te lo dijeron. Y probablemente no se parece taaanto a vos. No a vos hoy, al menos. Hay que pensar(se) de vuelta

9)
El cuerpo sabe.
Hay cosas que parecen decidirse solas. Pero no: es que tu cuerpo ya sabe. Sabe qué te hace bien. Sabe que soltar es sano, que cada día es un día nuevo y cada día se merece volver a elegir lo que te gusta, lo que querés.

10)
Hay sol.
Hay luna.
El panteísmo es la que va cuando la noción de futuro amenaza.
Enamorate de la vida. Del viento, del río. Mar, tanto mejor.
Enamorate. De respirar, de la vida, de vos.
Es por ahí.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Vuelos, lo último de lo último en mi obra plástica




Los textos son de, a saber,
Eduardo Galeano, La Maromera, en El libro de los Abrazos
Ítalo Calvino, El castillo de los destinos cruzados
Steven Sherrill, El Minotauro sale a fumarse un cigarrillo

Gracias a ellos y a todos quienes me cambian la vida con sus libros

Ritmos

Las plantas con sus brotes tiernos. Y estos días eternos.
Un yuyito que se empeña en salir entre dos adoquines y el perfecto perfume de los tilos y paraísos.

En verano, el azul del cielo al anochecer. Y la brisa en una noche fresca. Un amanecer, grandilocuente, cuando el reloj dice que aún debería ser de noche.
E insectos hermosos como vaquitas y libélulas y mantis.

Y el otoño, a puro viento y emoción. Todo rojo y dorado y cielos de tormenta con nubes altísimas.

Y el invierno también. El frío cortante en la cara donde asoman apenas la naríz y los ojos entre el gorro y la campera, con las manos apretadas en los guantes, adentro de los bolsillos.

Cada día. Cada paso. Únicos. Pura felicidad hecha suela para recorrer todo lo que venga.
Como un amor eterno que dura lo que un cruce de miradas.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Ella camina sola bajo la llovizna.  Camina con paso firme y a cada paso reconoce el dolor que la atraviesa.
Sin comprender la geografía, como si esta no fuera su Buenos Aires. Como si, hace casi nada, allá enfrente no hubiera tendido la mano franca, abriendo una puerta.
Camina y recuerda al pobre tipo de las cantigas, que yendo a rogarle a la virgen por el dolor en sus piernas se gasta los muñones.
Qué virgen de mierda

Y así, paso a paso, conquistando el dolor emprende un viaje sin retorno, acaso como todos los viajes, porque, aunque lo tengan, ni uno ni el río volverán a ser los mismos.

domingo, 5 de octubre de 2014

Ariadna, ovillos y la decisión como ansiolítico

Y ahí está.
Parada enfrente a la entrada del laberinto.
Siempre le parecieron fascinantes y tan victorianos esos laberintos perfectitos, de ligustro recortado. 
Siempre pensó, el cine le ganó de mano, que diseñar laberintos debía ser un trabajo genial.
Siempre supo que Marechal tenía razón e igual eligió la forma tradicional.
Y ahí está.
La lanza en la izquierda, un poco más pesada de lo deseable. El hilo en la derecha. Hilo algo rústico. Cáñamo finito, rojo.
Claro, como el hilo de los japoneses y el amor. Después de todo, qué mejor hilo para meterse en el laberinto que aquel que te une desde la eternidad a tu otra mitad.

En el bolsillo de la campera las llaves, un gajito que estaba abandonado en la calle. Una carilina.  La manga manchada del perro dulcísimo que le saltó con las patas mojadas. En el de atrás del jean, la tarjeta Sube.

Ha craneado este momento por meses. Ha pensado cada esquirla de realidad que podía desprenderse y salir para otro lado. Medido los daños colaterales y, en algún momento también vió que tanta previsión era una ridiculez antihistórica, anticlimática y una racionalización que efectivamente la autorizara a ir a meterse ella misma en el laberinto y terminar con esta cuestión.

Y también pensó si no sería ir a buscar al minotauro encontrarse con un igual. Si  los humanos no se estarían quedando cortos. Si sus soledades no se parecían.

Y ahí va, de frente a su destino, a encontrarse con los muertos, con sus muertos y tomar, nunca más literal, al toro por las astas
y quizás enredarlo de hilo rojo y el dulce perfume de su pelo naranja y terminar con la patraña de una vez por todas.




domingo, 21 de septiembre de 2014

Timing, ritmo musical, la forma-novela y el sexo


Es una excelente y válida pregunta qué cazzo tienen que ver los tomates con la velocidad.


La forma novela es, hoy día, ya aceptadamente una forma "mutante". Es imposible comparar Las afinidaddes electivas o Cumbres Borrascosas con Ulisses o Rayuela. Y son casos, aunque arquetípicos, aislados y no tan representativos de extrañeza como de genialidad  (salvo quizás Joyce).

Pero, pensando un poco en el Concierto Barroco, La consagración de la primavera o El siglo de las luces, con sus formas claras, y a la luz de que, gestalt mediante "todo discurso lineal deviene en estructura", no puedo no pensar en el ritmo, la dosificación y la estructura dramática de las novelas que leo y releo diariamente.

Hace apenas una semana la vieja Jane Austen me tenía muy metida en sus cuitas de honor y casorios y, sin querer, registré la "aceleración del ritmo armónico" en su último capitulo de Orgullo. Basicamente, parafraseando a Calamaro "todo se resuelve en tres minutos". O le habían pedido menos de 300 páginas, llevaba 285 y tenía todo abierto. No sé.
Es una señora a la que quiero, ultimamente más por el Jane Austen Argument, le tengo un afecto particular.
Amanda Fuking Palmer con Tom Dikins, de JAA

Llorando desconsolada muertes de ficción en un parque, me asombré.
La mejor explicación que encontré, ridícula en todo su esplendor, es que es necesario un "timing emocional" donde el lector participe y pueda sumarse a esos avatares.El justo: ni más rápido ni más lento.


Me pasa bastante seguido leyendo que necesito parar.
Que cierta frase, cierta imagen  me resuena internamente y ya no puedo seguir.
La emoción y efervescencia interna o una imagen imborrable en su dolor me exigen entonces adaptar ése timing a mí. Adaptar mi velocidad, mis tiempos de procesado al paso de páginas, a la ansiedad de la trama.
El suspenso, si tengo empatía, no me gana.

Pero cuando esto cierra, cuando el escritor puso la justa medida de "te tengo agarrado de los huevos" y "esta imagen es tan bella que el libro entero va a quedar pintado de éste color" es de un placer inconmensurable.
Es, así me salió en la primera pensada, sin filtro, un polvo perfecto. 

¿alguien más tiene mis complejidades para leer?¿alguien se preguntó algo así?


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Qué extraña la realidad cuando nos acerca a la lucha, a los deseos, a los sueños. Qué extraña cuando nos transporta en un libro a otros ojos, a otro mundo.
Aunque todo siga igual, la lluvia caiga, el trimestre cierre y parezca que nada cambia...
Qué extraño es cruzarse con un par, un verdadero par. Y reconocerse y quedarse admirado por las mismas cosas que el otro admira en vos.
Qué deslumbrante es establecer ése nivel de diálogo. 
Cuánto extrañamiento y cuánta soledad debemos estar cargando para sentir el alivio del peso infinito de la responsabilidad sobre nuestros únicos hombros.  Qué felicidad cuando, al final,
hay equipo.