miércoles, 3 de diciembre de 2014

Ritmos

Las plantas con sus brotes tiernos. Y estos días eternos.
Un yuyito que se empeña en salir entre dos adoquines y el perfecto perfume de los tilos y paraísos.

En verano, el azul del cielo al anochecer. Y la brisa en una noche fresca. Un amanecer, grandilocuente, cuando el reloj dice que aún debería ser de noche.
E insectos hermosos como vaquitas y libélulas y mantis.

Y el otoño, a puro viento y emoción. Todo rojo y dorado y cielos de tormenta con nubes altísimas.

Y el invierno también. El frío cortante en la cara donde asoman apenas la naríz y los ojos entre el gorro y la campera, con las manos apretadas en los guantes, adentro de los bolsillos.

Cada día. Cada paso. Únicos. Pura felicidad hecha suela para recorrer todo lo que venga.
Como un amor eterno que dura lo que un cruce de miradas.

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