lunes, 23 de marzo de 2015

La muerte no tiene explicación.
No hay racionalidad que valga con algo que excede el alcance de nuestros ojos.
Son los escasos momentos en que entiendo a la gente creyente: sería genial poder confiar en que alguien los va a cuidar en otro lado.
Pero no:
es justo éso.

Es el vacío.

Y enfrentarse con el vacío no nos hace fuertes.
Nos hace ver casi como niños, nos pone cara a cara con nuestras debilidades, inseguridades, con todo lo que no podemos aún elaborar.

Es una idiotez empacarse pero no es menos no autorizarse el berrinche de "pero yo no quiero que se muera"
No quiero que me dejen sola. No quiero que se muera más nadie cerca mío.
No quiero.
Y punto.
Lo digo yo,
que tengo nula autoridad en el tema,
pero necesito decirlo y san se acabó.
Así que, desde hoy, la parca se puede comprar discos de bachata, puede verificar que sí le entran los jeans de talles standard, puede buscarse un trabajo digno.

Por que lo que es acá, no se muere más nadie.

Perdón. No: debe haber gente sufriendo. Debe haber dolores insoportables.

Seguí vida, no me des bola.

3 comentarios:

  1. La muerte no tiene explicación. Pero tiene la costumbre de dejarnos un llanto, un berrinche, una alegria o un silencio u otra manera de mirarla. Lo que si es seguro es que nos deja una enseñanza: no te apegues a nada ni nadie.

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    Respuestas
    1. <3
      yo suelo ser de acción muy retardada con todo. Espero no comerme esta vez -otra- el dolor. Escribir es, aunque a nivel literario sea basura, catártico también.

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